Imprescindibles: "Una semana" (1920)

⭐ Una pareja de recién casados intenta construir una casa con un kit prefabricado, sin saber que un rival saboteó la numeración de sus componentes...

 Una semana es el primer cortometraje independiente de Buster Keaton y, en su opinión, la película que más hizo por su reputación. La crítica del New York Times en la época, dijo: «Una semana, una obra de Buster Keaton, es más graciosa que la mayoria de las comedias de cachetadas y trucos.»

     Sinopsis

 Casado con Clarette, Buster recibe como dote de su tío una casa prefabricada. Pero el chófer, celoso, falsifica los números de los elementos. El resultado es una casa de equilibrio precario, con la puerta de entrada en el primer piso. Terminado el montaje, asistimos a la demolición progresiva, según un proceso de estricta lógica.

 Desde el comienzo de la película, Buster Keaton realiza una obra aturdidora, llena de hallazgos, caídas, acrobacias y persecuciones en la que hombres y elementos danzan un vertiginoso ballet hasta la pulverización final de la que emergerán tan sólo los dos enamorados.

Un misterioso deseo de equilibrio

  Sus obras empiezan frecuentemente en un clima de hostilidad, de vendetta y de enconadas luchas, o de rivalidad amorosa con oportunidades desiguales. Buster, entonces, avanza armado de su amor y de su sinceridad, con la seguridad soberana de las personas puras. Abofeteado, golpeado, burlado y humillado, siempre se rehace obstinadamente. Merced a su implacable rectitud, la trayectoria keatoniana hace más profunda su soledad, el tiempo de lucha, la reconquista. Hay algo en él de la obstinación grave del niño, encarnizado en la pérdida de sus torturadores adultos, burlones y desdeñosos en su superioridad.
 Son frecuentes en estos films las secuencias en que Keaton ocupa en el espacio un lugar precario, a imagen del destino humano: cruces de calles, esquinas peligrosas...  actitud  interrogativa  del  que  atisba con incertidumbre. frágiles equilibrios antes de que se desencadenen las violencias.

 En La ley de la hospitalidad, mientras sin él saberlo, se dinamita el dique, Buster, solitario, soñador, pesca al borde del río su modesto almuerzo... decorado triste, mientras a los lejos avanzan las toneladas de agua que van a arrastrarlo. En El héroe del río, un ciclón devasta la zona, las casas vuelan bajo, los techos oscilan, el río se desborda, el viento arrastra en un remolino “la casa desmontable”; el naufragio amenaza a Buster desde el mismo momento en que pisa un barco en La barca; la lluvia lo empapa en El fotógrafo; la tempestad ayuda a El aeronauta; la avalancha libera a Buster de la cohorte femenina en Las siete ocasiones. Aunque interviniendo como recursos dramáticos, estas calamidades metereológicas,  estos  furores  telúricos,  estos desencadenamientos  atmosféricos, estos desbordamientos de las fuerzas cósmicas indican una dinámica incapaz de contentarse con enfrentamientos ridículos o mezquinos. Cuanto mayor es el peligro de destrucción, más sensible aparece la soledad y mejor se revela la ética del hombre keatoniano: es la certeza de que el hombre es capaz de una confrontación victoriosa con las fuerzas naturales.
 La carrera, la natación, la sangre fría, la finta y el reflejo, todas estas cualidades atléticas que intensifican las posibilidades del cuerpo humano, utilizadas con buen sentido, conducidas por la inteligencia, son la salvación y el recurso del hombre en peligro.

 Aplastado por el decorado, ahogado por las circunstancias, arrastrado por el remolino, movido por las olas como una pelota, anonadado en las espirales de un ciclón, Buster emerge, lucha, sobrevive y  triunfa.  Todas estas calamidades realzan el mérito del héroe: amenazado de ser irremediablemente destruido, Keaton no ha sido vencido jamás. El hombre keatoniano no se realiza si no es en el riesgo inmenso de desaparecer.

    Grabación

 Keaton utilizó la trama del documental Home Made (1919), que trataba sobre cómo construir uno su propia casa, como punto de partida para una serie de errores, malentendidos y dobles cruces deliberados. También fue una oportunidad para organizar chistes a una escala que antes no estaba disponible para él, una que abarcaba una casa de tamaño completo que había construido en un lote vacío en los estudios de la Metro.

 Muchos de los gags de Una semana reaparecerían posteriormente a lo largo de sus películas, reelaborados, refinados, a veces simplemente copiados.

 Una semana también incluye acrobacias asombrosas que pocos artistas intentarían, como una caída de dos pisos sobre su espalda. La película no solo parodia el espíritu del hágalo usted mismo del constructor del hogar, sino que extiende la lógica a un grado que es a la vez hilarante y profundamente satisfactorio. Si por casualidad construiste tu casa en el equivalente a un tocadiscos gigante, entonces un viento huracanado la hará girar como una tapa. Para entrar, te verás obligado, como Keaton está en un momento, a igualar de alguna manera la velocidad de tu casa para sumergirte a través de un objetivo en movimiento de una ventana. La ecuanimidad con la que Keaton resuelve sus problemas es uno de los aspectos más atractivos de Una semana. Puede estar momentáneamente perplejo o disgustado, pero no pide explicaciones o simpatía, ni siquiera cuando sus ingeniosas soluciones son contraproducentes.

Excelentes críticas

 Una semana (1920) recibió excelentes críticas cuando se estrenó después del Día del Trabajo, con un periódico llamándola "la sensación de comedia del año". En cierto sentido, Keaton había entrenado toda su vida para este momento, y el éxito de este filme reivindicó su enfoque de la comedia. En sus cortos posteriores comenzó a armar una sociedad anónima, incluyendo a Joe Roberts (visto brevemente aquí en un poco con un piano) como "el pesado" y Seely como "la ingenua" en dos películas más (posteriormente sería reemplazada por Virginia Fox).

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